ruypster's blog: Léolo
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jueves, 8 de febrero de 2007

Léolo

Léolo es un niño de imaginación desbordante que vive con su deprimente y estrambótica familia en un humilde barrio de Montréal. Su padre está obsesionado por la salud de todos en la casa, su hermano es un culturista que vive presa del miedo, además tiene dos hermanas que padecen trastornos mentales, un abuelo a quien nadie presta demasiada atención y una madre enorme que domina el microcosmos familiar. Para huir de este odioso entorno, Léolo inventa un mundo imaginario y surrealista donde se hace llamar Léolo Lozone (en vez de Léo Lauzon, su nombre real) y asegura que ha nacido de un tomate fecundado por un italiano. En su onírico y surrealista mundo, la realidad no deja de inmiscuirse a través del despertar de la adolescencia, que provoca una riada de emociones llena de intensos contrastes. Así, mezclando delirante ternura con la dura desnudez de la realidad más deprimente, el director Jean-Claude Lauzon consigue una maravillosa, diferente e impresionante película que regala la más cautivadora visión de la infancia que ha dado el cine moderno.

"El niño más impresionante y enamorable de los últimos tiempos (...) una obra maestra" (Diario El Mundo)
"Obra maestra, película inolvidable" (Diario El País)
"Una de las voces narrativas más cautivadoras que se hayan oído. Extraña, tierna, mágica, escatológica y durísima historia de un niño" (Cinemanía)


El 10 de agosto de 1997 una avioneta se estrelló en los bosques del norte de Québec. Sus dos únicos tripulantes, una joven pareja, murieron en el accidente. Ella era modelo y conductora de un programa de televisión, se llamaba Marie Soleil Tougas. Él se llamaba Jean-Claude Lauzon y era director de cine, su filmografía era breve, apenas 2 películas, Un zoo la nuit (1987) y Léolo (1992). Y aunque ésta última es una de las películas más bellas filmadas, es muy probable que el nombre del director no te sea familiar. De hecho, no sería de extrañarse que tampoco hubieras visto la película. Hasta hace poco, no existía edición en DVD, la versión VHS es joya de coleccionistas. Ni siquiera existe el soundtrack, a pesar de ser uno de los más atractivos que me vienen a la memoria (Tom Waits, Lorena Mckennitt). Es como si las circunstancias hicieran un esfuerzo para sepultar a Léolo en el olvido. Un esfuerzo inútil por cierto, ya que la película goza de una amplia y fiel audiencia que la hace circular en copias pirata, muchas veces grabada de la televisión; se han escrito ensayos e incluso libros sobre la película; se le ha analizado desde el psicoanálisis y desde la sociología; el impacto de su discurso narrativo y cinematográfico ha derribado las fronteras que le ha impuesto la falta de difusión. De hecho, por primera vez en mucho tiempo puedo utilizar el término “de culto” sin sentir que estoy usando una palabra vacía.

Analizar las razones que mantienen vigentes a la película y a su creador sería muy complicado. Hablar de la película en sí lo es, no sólo porque para mí es una película cicatriz, muy ligada a mi historia personal, sino porque se trata de un discurso que admite múltiples lecturas, todas ellas complejas, todas ricas y hermosas. Es como si Lauzon hubiera sabido que se trataba de su última obra y por ello mismo la filmara con toda la intensidad que le fue posible. No hay desperdicio. Cada uno de los elementos, fotografía, música, diálogos, estructura narrativa, todos fueron elaborados con minuciosidad pasmosa, siguiendo la lógica de los sueños y la poesía.

Imposible olvidar a ese niño que desde pequeño decide huir de la locura y la miseria familiar siendo Otro, reinventándose (Los que no creen más que en su propia verdad me llaman Léo Lauzon..., A partir de este sueño, exijo que se me llame Léolo Lozone...); encontrando en el acto de escribir la libertad, la evidencia de que hay más vida de la que se puede abarcar. (...Bastaba con que me pusiera a leer o escribir para que Bianca viniera a cantar para mí. El domador tenía razón, había un secreto en las palabras engarzadas...). En este sentido, Léolo es una película sobre la redención que implica la escritura, y sobre el fracaso de tal redención. Leólo no escribe para ser “escritor”, no ve en esa actividad un merito intelectual, no le interesa renovar la literatura ni integrarse a canon alguno; se trata de un acto vital que le permite abrir puertas hacia ese mundo soñado que es Sicilia y al cual pertenece.

No hay que ignorar el carácter autobiográfico del filme, Lauzon vivió su infancia en el ghetto francocanadiense, y perteneció a una familia que (al igual que la de Léolo) vio a todos sus miembros, salvo la madre, internados en el hospital psiquiátrico. El encuentro con “El domador de versos” también pertenece a la historia biográfica de Lauzon. El domador de versos, ese hombre afable y enigmático que aparece a lo largo del film, hurgando entre la basura en busca de cartas y hojas de diario, de fotografías y apuntes sueltos, no sólo es quien introduce en casa de los Lauzon el primer libro que Léolo ha de leer ("L'avalée des avalés" de Réjean Ducharme), sino que también se convierte en una especie de ángel guardián que más que cuidar del niño camina a su lado. "...El domador cree que las imágenes y las palabras deben mezclarse en las cenizas de los versos, para renacer en la imaginación de los hombres..." Lauzon tuvo su domador, un importante director de cine canadiense que se convirtió en el tutor de aquel muchacho rebelde al que le bastaron 2 películas para pertenecer a ese impactante grupo de cineastas que ha ofrecido Canadá en las últimas décadas (Cronenberg, Arcand ­que tiene un breve papel como director de la escuela de Léolo­, Egoyan). Sin embargo Lauzon juega en otra liga, imposible relacionarle con las fábulas escatológicas de Cronenberg, o con el discurso intelectual de Arcand y Egoyan. Lauzon es poesía callejera, exorcismo.

Porque sueño no lo estoy. Se repite Léolo a lo largo de la película, negando así su realidad inmediata. Pero esta huída no sólo le alejará de su familia y su identidad sino que le llevará a un camino que se estrecha y oscurece tanto que ni el mismo domador de versos podrá sacarlo de ahí. Italia se desvanece, junto con Bianca, junto con la esperanza que Léolo sembraba en sus escritos, junto con los sueños que le salvaban de ser y estar.

"Porque sueño no lo estoy. Porque sueño, sueño. Porque me abandono por las noches a mis sueños antes de que me deje el día. Porque no amo. Porque me asusta amar. Ya no sueño. Ya no sueño. A ti la dama, la audaz melancolía, que con grito solitario hiendes mis carnes ofreciéndolas al tedio. Tú que atormentas mis noches cuando no sé qué camino de mi vida tomar... te he pagado cien veces mi deuda. De las brasas del ensueño sólo me quedan las cenizas de la mentira, que tú misma, me habías obligado a oír. Y la blanca plenitud, no era como el viejo interludio y sí, una morena de finos tobillos que me clavó la pena de un pecho punzante en el que creí, y que no me dejó más que el remordimiento de haber visto nacer la luz sobre mi soledad".

Pinchar en la imagen para ver el trailer original
AÑO: 1993
DURACIÓN: 107 min.
PAÍS: Canadá, Francia
DIRECTOR: Jean-Claude Lauzon
PRODUCCIÓN: Léon G. Arcand, Aimee Danis, Lyse Lafontaine
GUIÓN: Jean-Claude Lauzon
FOTOGRAFÍA: Guy Dufaux
MÚSICA: Gilbert Becaud, Tom Waits
EDITOR: Michel Arcand
REPARTO: Maxime Collin, Ginette Reno, Roland Blouin, Julien Guiomar, Pierre Bourgault, Giudetta Del Vecchio, Andrée LaChapelle, Denys Arcand, Germain Houde, Lorne Brass, Gilbert Sicotte, Marie-Helene Montpetit, Aron Tager, Karen Murphy, Jacques Marcotte, Luc Proulx


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1 comentario:

Anónimo dijo...

La pelicula me llego gracias a la pirateria.. lastimosamente... Es la mejor pelicula que vi en mi vida... Tiene todo lo que se puede pedir para una pelicula!